Lider como JESUCRISTO
Hacer las cosas que expresen amor como principio de liderazgo requiere sabiduría, paciencia, valor, sacrificio y trabajo arduo. El mejor modelo a seguir de liderazgo de todos los tiempos es el que uso nuestro amado JESUCRISTO
El liderazgo de servicio honra a Dios y sus mandamientos, y pone en acción el amor de Jesús.
Cuando a Jesús le preguntaron cuál era el mandamiento más grande, respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo corno a ti mismo»" (Mateo 21:37-39).
Hay una pregunta antigua pero aun muy provocativa que cada seguidor de Cristo debería responder con toda responsabilidad: "Si ser cristiano fuera un crimen, ¿habría en mi vida suficiente evidencia como para ser declarado culpable?" En otras palabras, ¿lo que usted dice que cree hace diferencia notable en su forma de vivir? Liderazgo de servicio es una expresión concreta del compromiso diario de vivir La Palabra de Dios y la voluntad de Dios y, por lo tanto, avanzar en el reino de Dios.
Hay una pregunta antigua pero aun muy provocativa que cada seguidor de Cristo debería responder con toda responsabilidad: "Si ser cristiano fuera un crimen, ¿habría en mi vida suficiente evidencia como para ser declarado culpable?" En otras palabras, ¿lo que usted dice que cree hace diferencia notable en su forma de vivir? Liderazgo de servicio es una expresión concreta del compromiso diario de vivir La Palabra de Dios y la voluntad de Dios y, por lo tanto, avanzar en el reino de Dios.
El liderazgo de servicio pone en acción el amor de Jesús
Al considerar lo que significa guiar como Jesús, hemos tratado de echar luz sobre algunos de los secretos del liderazgo de servicio a través de observar a Aquel que vivió una vida perfecta: Cristo Jesús. En su preparación y en la efectividad y compromiso de su liderazgo hemos buscado sa biduría y perspectiva. Hemos sacado lecciones clave sobre cómo balancear resultados y personas en el cumplimiento de nuestras misiones individuales como discípulos modernos de Jesús.
La verdad que domina el concepto de guiar como Jesús, es que solo podrá hacerse en la medida en que se camine más y más cerca de Él en una relación rendida de confianza y amor. Es en y a través de esta puerta estrecha que todo el que quiera guiar como Jesús debe pasar, creyendo en su amor perdurable y aceptando el llamado para seguirlo. Como hemos dicho, guiar como Jesús es, en esencia, aprender a amar como Jesús.
Cuando Jesús restauró a Pedro al papel de liderazgo que habría de desempeñar entre sus seguidores, solo tuvo para él una pregunta calificadora: "¿En verdad me amas?" El tema de la instrucción de Jesús era: "Apacienta mis corderos... Pastorea mis ovejas... Apacienta mis ovejas" (Juan 21:1517).
La nuestra es una relación de amor con nuestro Padre celestial. Está basada en su amor incondicional hacia nosotros según lo expresó a través de su Hijo. Es una relación en la cual somos llamados a amarnos unos a otros: a nuestro prójimo, a nuestros enemigos. Guiar como Jesús es siempre tratar de hacerlo motivado por el amor cuando aprovechamos nuestra influencia sobre los pensamientos, el comportamiento y el desarrollo de los demás.
Esto pudiera parecer un modelo impracticable e imposible de adoptar en vidas vividas en constante movimiento y con decisiones interminable de valores tomadas día a día. ¡Pero eso es, exactamente, a lo que hemos sido llamados a hacer!
Incluso si derrotamos a los demonios del orgullo y del temor buscando servir en lugar de que nos sirvan, todavía enfrentamos la pregunta: "Cuál es la cosa de más grande amor que puedo hacer en este momento de mi liderazgo, mientras trato de guiar como Jesús?" Hacer las cosas que expresen amor como principio de liderazgo requiere sabiduría, paciencia, valor, sacrificio y trabajo arduo. Pero si no podemos describirlo en términos conductuales, tampoco podremos medir nuestros éxitos y nuestros fracasos en forma significativa.
Al nivel de la conducta, las cosas que expresan amor varían ampliamente del hacer y hablar, al abstenerse de actuar y guardar silencio. En cuanto a intenciones se trata, el amor deberá ser una constante siempre presente. Jesús nos dejó un vasto tesoro de ejemplos de lo que significa actuar motivado por el amor, como guía.
Piense en lo siguiente: Jesús sanó con un simple toque. Consoló con solo una palabra. Alimentó al hambriento. Consoló al equivocado y al derrotado. Se acongojó con los afligidos. Calmó al aterrorizado. Confrontó la falsedad y habló la verdad. Escuchó con compasión y discernimiento. Dedicó tiempo al débil y al desamparado. Fue a la cruz por todos nosotros.
En su Comentario a la Epístola a los Gálatas, Jerónimo, el historiador de la iglesia del siglo I, escribió lo siguiente acerca del apóstol Juan: "Cuando se quedó en Éfeso hasta una ancianidad extrema, y solo podía ir a la iglesia cuando sus discípulos lo llevaban en brazos, y era incapaz de articular muchas palabras, acostumbraba decir en sus varias reuniones nada más que esto: “Hijitos, ámense unos a otros”. A la larga, los discípulos y padres que lo escuchaban se cansaron de oír siempre las mismas palabras por lo que le dijeron: “Maestro, ¿por qué no para de decirnos siempre lo mismo?” “Es el mandato del Señor”, fue su réplica, “y si solo hacen eso, será suficiente”.
La verdad que domina el concepto de guiar como Jesús, es que solo podrá hacerse en la medida en que se camine más y más cerca de Él en una relación rendida de confianza y amor. Es en y a través de esta puerta estrecha que todo el que quiera guiar como Jesús debe pasar, creyendo en su amor perdurable y aceptando el llamado para seguirlo. Como hemos dicho, guiar como Jesús es, en esencia, aprender a amar como Jesús.
Cuando Jesús restauró a Pedro al papel de liderazgo que habría de desempeñar entre sus seguidores, solo tuvo para él una pregunta calificadora: "¿En verdad me amas?" El tema de la instrucción de Jesús era: "Apacienta mis corderos... Pastorea mis ovejas... Apacienta mis ovejas" (Juan 21:1517).
La nuestra es una relación de amor con nuestro Padre celestial. Está basada en su amor incondicional hacia nosotros según lo expresó a través de su Hijo. Es una relación en la cual somos llamados a amarnos unos a otros: a nuestro prójimo, a nuestros enemigos. Guiar como Jesús es siempre tratar de hacerlo motivado por el amor cuando aprovechamos nuestra influencia sobre los pensamientos, el comportamiento y el desarrollo de los demás.
Esto pudiera parecer un modelo impracticable e imposible de adoptar en vidas vividas en constante movimiento y con decisiones interminable de valores tomadas día a día. ¡Pero eso es, exactamente, a lo que hemos sido llamados a hacer!
Incluso si derrotamos a los demonios del orgullo y del temor buscando servir en lugar de que nos sirvan, todavía enfrentamos la pregunta: "Cuál es la cosa de más grande amor que puedo hacer en este momento de mi liderazgo, mientras trato de guiar como Jesús?" Hacer las cosas que expresen amor como principio de liderazgo requiere sabiduría, paciencia, valor, sacrificio y trabajo arduo. Pero si no podemos describirlo en términos conductuales, tampoco podremos medir nuestros éxitos y nuestros fracasos en forma significativa.
Al nivel de la conducta, las cosas que expresan amor varían ampliamente del hacer y hablar, al abstenerse de actuar y guardar silencio. En cuanto a intenciones se trata, el amor deberá ser una constante siempre presente. Jesús nos dejó un vasto tesoro de ejemplos de lo que significa actuar motivado por el amor, como guía.
Piense en lo siguiente: Jesús sanó con un simple toque. Consoló con solo una palabra. Alimentó al hambriento. Consoló al equivocado y al derrotado. Se acongojó con los afligidos. Calmó al aterrorizado. Confrontó la falsedad y habló la verdad. Escuchó con compasión y discernimiento. Dedicó tiempo al débil y al desamparado. Fue a la cruz por todos nosotros.
En su Comentario a la Epístola a los Gálatas, Jerónimo, el historiador de la iglesia del siglo I, escribió lo siguiente acerca del apóstol Juan: "Cuando se quedó en Éfeso hasta una ancianidad extrema, y solo podía ir a la iglesia cuando sus discípulos lo llevaban en brazos, y era incapaz de articular muchas palabras, acostumbraba decir en sus varias reuniones nada más que esto: “Hijitos, ámense unos a otros”. A la larga, los discípulos y padres que lo escuchaban se cansaron de oír siempre las mismas palabras por lo que le dijeron: “Maestro, ¿por qué no para de decirnos siempre lo mismo?” “Es el mandato del Señor”, fue su réplica, “y si solo hacen eso, será suficiente”.
El liderazgo de servicio muestra a Jesús a otros
Cuando Pedro habló a la siguiente generación de dirigentes de la iglesia, insistió, diciendo: "Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente, no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey"(1 Pedro 5:2 3).
No hay un plan B dado por Jesús a sus primeros discípulos ni a los modernos del día presente, en cuanto a cómo tenían que guiar y servir los unos a los otros. Él se sometió a la voluntad de su Padre para llevar a cabo completamente su única función como el cordero sacrificial por los pecados del mundo, y para ser el modelo perfecto para ser reproducido en las vidas de sus seguidores como un testimonio al mundo entero.
En la medida que vivimos diariamente en relación con los demás, cada decisión que hagamos para servir o para que nos sirvan adquiere una importancia adicional si nos mantenemos sensibles y conscientes de quién nos observa y a quién decimos que representamos. Vamos en el nombre de Jesús.
No hay un plan B dado por Jesús a sus primeros discípulos ni a los modernos del día presente, en cuanto a cómo tenían que guiar y servir los unos a los otros. Él se sometió a la voluntad de su Padre para llevar a cabo completamente su única función como el cordero sacrificial por los pecados del mundo, y para ser el modelo perfecto para ser reproducido en las vidas de sus seguidores como un testimonio al mundo entero.
En la medida que vivimos diariamente en relación con los demás, cada decisión que hagamos para servir o para que nos sirvan adquiere una importancia adicional si nos mantenemos sensibles y conscientes de quién nos observa y a quién decimos que representamos. Vamos en el nombre de Jesús.
Tomado del libro: Un líder como Jesús
Editorial Betania
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